¿Qué es #unaalmes ?

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Podría contar la historia de mi vida uniendo casualidades. Enlazando una tras otra y así hasta la última. La frase no es mía. Es de Ana. Sí, sí, Ana, la de Otto, pero me la podría poner en cualquier biografía de esas de nuestras redes sociales con las que queremos desnudarnos ante los demás a golpe de vistazo. Yo también podría contar mi vida uniendo casualidades y, la mayor parte de ellas siempre llegan buscando el norte.

Una casualidad y no otra cosa me llevó hacia ella. Nieta de su abuelo Paco como yo de mi abuelo Federico. Pasional y deslenguada, como la gente en la que siempre hay que confiar. Visceral y perfeccionista, es la leona de la manada. La que muerde por los suyos. Gente que sí, como diría mi amigo Molins. Y su generosidad me llevó a la segunda pata de esta mesa. Al «joven Quijote que agita los básicos de la gastronomía valenciana» (Molins dixit), al que no tardé ni un minuto en admirar. Lo supe incluso antes de conocerlo. El mismo que ha  decidido que cualquier generación futura pueda disfrutar de lo que se trabajaron las pasadas. Que se nutre de sol, tierra y agua, pero también de emociones e ilusiones a raudales. Alguien a quien siempre tener cerca. Gente que sí, sí. Y de ahí, de la conjunción de los dos primeros, surgió el tercero en discordia. Aunque él llegó a mi lista de coincidencias mucho antes. En otro idioma. Lo de ahora es sólo la cuadratura del círculo. Hablo de un urbanita de la vida que pone palabras y, sobre todo, adjetivos a lo que ocurre a su alrededor. Una de esas personas que traduce el mundo para los que no dominamos todos los idiomas. Un periodista de verdad. Yo de mayor quiero ser como él, pero acostándome más tarde de las once. Parafraseándolo a él mismo. Gente que, por supuesto, también.

Y así, por casualidad, como no podía ser de otra manera, decidimos sentarnos a la mesa. Y como soñadores de otro tiempo, quisimos arreglar el mundo una vez al mes. Y de esas coincidencias y nuestras ganas de conservarlas, creamos #unaalmes

Una espacio donde Begoña no es la ganadora de Top Chef, ni Hèctor Molina el agricultor moderno de Vila-real.Tampoco Vicent Molins presume de ser el cronista de una Valencia cada vez más vibrant. Ni yo misma paso revista a la actualidad política en la que me sumerjo de lunes a viernes. En esa mesa itinerante simplemente se disfruta de la compañía. Así que a partir de ahora hemos decidido ampliar la terna. Tener un ‘convidat’ distinto cada mes con el que compartir comida y conversación. Porque las mejores casualidades siempre están por venir…y cuando lleguen, que nos pillen comiendo.

Así lo ven ellos…

Bego: «En estos tiempos en los que todo parece estar medido o justificado, somos esa especie en extinción o no, de suertudos q disfrutan de no tener que desnudarse porque son  los otros  los que lo hacen aun sin querer, sin prejuicios , sin paños calientes , sin manonadas, sin más pretensión que pasar el rato contándonos la vida, sin tener que mirar de reojo la expresión de el de al lado, en definitiva compramos libertad en sesiones de una al mes … Benditas casualidades ;))»

 

Hèctor: “Nació de un encuentro, un tanto extraño, en el que mis únicas referencias eran él -amigo de un amigo- ella -amiga de una amiga-. Sabía que iba a ser divertido y distendido pero nunca llegué a imaginar que empezaría cada día uno del mes esperando el próximo encuentro, donde el lugar, el escenario y el plato toman una importancia relativa y ellos, mis amigos, dan paso a la jornada del mes que uno tanto ansía. Ese día en el que un servidor aprende a ser un poco más humano y se nutre de los mejores: Marta, Begoña y Vicent. O lo que es lo mismo, #unaalmes”.

 

Vicent: «Una de las cosas que más me gusta de esta cultura mediterránea y fanfarrona que nos los tiene cogidos bien fuerte, es que el vicio por el placer está más tolerado que en otras riberas. Sentarse en una mesa, prescindir de inhibiciones, alejar cualquier guión, cargarse pretensiones, sabiendo que aquí sólo hemos venido a disfrutar este momento. Eso es lo que hacemos una vez al mes, la dosis adecuada. El compromiso con el placer y el gusto. Esto nadie nos lo roba. Y al acabar, volveremos a lo nuestro.»

 

Seguiremos informando…

 

2 comentarios

  1. Me encanta la idea! Pero no quiero privilegios no por cuestión familiar, ni mucho menos, por status social, político o eclesiástico.
    Así que me uno a la mesa gastronómica mensual. La comensalidad es el eje en torno al cual gira la vida. No entendemos la familia que no se junta alrededor de la mesa. Los políticos destrozan el país desde las mesas gratuitas de los restaurantes. Mis mejores encuentros en el pueblo son en torno a las brasas que anuncian una mesa bien servida. El momento culminante de la visita de Marta a Paraguay fue una gran mesa de casi 300 personas en la que música, asado y alegría desbordante fueron los condimentos de una noche guaraní.
    Ah! Y no puedo olvidar que la máxima expresión del cristianismo es la celebración en torno a una mesa. Lo que ocurre es que, por motivos raros y ajenos al origen, la comida fraterna y alegre ha sido sustituida por un rito frío y anónimo.
    Así que me creo con «derecho» al convivium mensual de los valencianos.

  2. Me atrapa un poco es blog de «la exprimidora».
    Comensalidad, gastronomía y felicidad parece que están muy unidos. En efecto, un buen plato establece y suscita un conjunto de relaciones entre los comensales que crea un ambiente de felicidad, alegría y buen humor.
    ¡Què caras sonrientes, qué palabras de agradecimiento, qué humores gástricos ante la aparición de un buen plato!
    El buen yantar no es solo comer mucho, sino crear relaciones de afecto y felicidad entre los comensales.
    A lo mejor, la sostenedora de este espacio nos podía regalar a todos sus seguidores una reflexión entre el maridaje de la psicología de la felicidad y la gastronomía. Lo esperamos

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