Limones

Nunca he sido demasiado creativa. O eso me han hecho pensar. Aunque vivo instalada en una profesión en la que me enfrento a diario desde desde hace trece años a ese temido síndrome de la página en blanco, siempre he pensado que la creatividad era otra cosa.

Hasta que un día, hace ya dos años, me compré mi primera caja de acuarelas y me forcé a pensar, a visualizar, a crear desde cero. Y recorrí un camino que me llevó por numerosos atajos a través de la pintura. Poco a poco le fui perdiendo el miedo a la novedad y fui buscando nuevas vías por las que canalizar las ideas que me iban surgiendo mientras pintaba. Hasta que este año me atreví a editar mi primer calendario y regalarlo a algunos amigos, y decidí sacar una de sus frutas a otro plano, a otra dimensión. Del árbol al papel y del papel al barro. Desde hace meses, pinto cítricos sin parar. Para perfeccionar, para mejorar, para aprender. Y un buen día decidí que los limones de acuarela tenían que tomar forma de otra manera. Los limones me obsesionan. Se los añado a casi todo. Además, me parecen preciosos. Me gusta todo de ellos.

Un día me encabezoné con que quería unos pendientes de limones. Los pinté en el ipad, hice un prototipo en acuarela y me obsesioné con darles vida. Como no podía ser de otra manera, hablé con Ana Illueca, una gran artista y ceramista, para que me hiciera mis limones de acuarela en porcelana. Ya me había hecho un tintero y un soporte para pinceles antes, así que sabía que con ella no fallaba. Pero Ana prefirió no ponérmelo fácil. Retarme a mí misma. A ella le habría costado 10 minutos moldear mis bocetos en porcelana, pero me animó a hacerlo yo misma. Así que en verano me apunté a sus talleres de cerámica para llevar a cabo mi proyecto personal, aprovechando que en una quincena de mis vacaciones la pandemia nos impedía movernos de Valencia.

Cogí mis acuarelas, boceté los limones de nuevo, les di forma en cartón, los digitalicé y me los probé, y me planté en el taller de Ana para tratar de hacerlos realidad. Sus talleres acogen a todas aquellas personas que tengan un sueño, ganas de aprender, de disfrutar o, simplemente un rato libre. Y en dos tardes me hice mis limones. Y un plato para pasta (sí, para pasta, porque tengo muy estudiando dónde y cómo me gusta comerla), y un carro de pendientes…

De la acuarela llegué a la cerámica. Y de la cerámica voy a llegar a otro lugar, estoy convencida. Pero mientras encuentro ese destino, disfruto de ese trayecto y, sobre todo, de mis primeros pendientes hechos por mí desde cero. La artesanía se ha convertido en un valor añadido. Que alguien dedique su tiempo a fabricar algo único con sus propias manos lo convierte en una verdadera joya. Lo que para mí son mis limones. Igual en breve, otras cosas.

Os comparto aquí el proceso creativo con el que llegué a mis limones. Gracias Ana y Susana!

Desde que aprendí, he pintado limones en acuarela sin parar
Boceté los limones, hice un prototipo en acuarela y me apunté al taller de Ana Illueca
Los limones, en barro
Prototipos de acuarela y los de cerámica, ya con el engobe y el primer paso por el horno
Las pinturas de los limones
Los limones, ya pintados, antes del esmalte
Mis pendientes de limones, ya acabados y el plato de pasta
Mis pendientes de limones

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