#Unaalmes de marzo fue un desastre. Así, sin paliativos. Un cúmulo de catastróficas desdichas acabó por trastocar los planes de nuestro ilustre convidat del mes fallero por experiencia. A conciencia, sacamos la convocatoria de la salida a escena de monumentos y carpas, pero aún así, el azar plantó una macro valla en la agenda de las coincidencias. Vamos, que servidora la cagó con la fecha de la convocatoria y acabamos por dar plantón al invitado. Así, sin paños calientes. Y claro, con el disgusto, ¿íbamos a suspender #unaalmes con la fecha ya cogida? Si has llegado hasta este post, está claro que no. Es más, para enmendar el error decidimos ahogar las penas con un buen vino. Blanco y fresquito, en uno de esos días en los que creíamos haber dejado atrás el fred de l’hivern. Nada más allá de la realidad. Pero comimos, bebimos, amamos y volvimos a beber, como los peces en el río. Y nuestra particular Cicerone de los fogones nos abrió las puertas de un local en el que ella come en familia. Y allí estaba Kiko, uno de los dueños, para hacernos olvidar las penas del mes.
Tres de los cuatro que nos sentamos a su mesa descubrimos el local doce años después. Es incluso sonrojante. Nos ha costado un poco, pero será un fijo en ese circuito de restaurantes outsiders en los que tanto nos gusta concelebrar. Sobre todo ahora que parece que se acercan al centro…
Y así, sin querer, empezó nuestra terapia en Comer, beber, amar. (Paseo de la Alameda, 38). Y así, también sin querer, enmendamos nuestro error. Y lo que fue un fallo, acabará convirtiendo marzo en casi un regalo. Este mes habrá #dosalmes
Continuará….
Estamos de acuerdo que compartir comida y bebida con amigos/as es una de las mejores terapias. Para nosotros no hay nada mejor que un buen plato acompañado con cerveza artesana y esas conversaciones que sanan el alma e intentan arreglar el mundo ;)