El día en que los mortales de a pie empecemos a ir a los restaurantes con un sofisticado diccionario está cercano. Puestos a pedir al editor del negocio, yo prefiero que no sea tan gordo como el de la RAE, para poder llevarlo en el bolso, y que tenga muchas fotos. Así puedo elegir más rápido qué quiero comer sin tener que darle pompa al asunto. Si yo lo escribirera, lo titularía diccionario cocinero (y satélites)- pueblo.