Fue una tarde de septiembre. Era viernes. El primero después de las vacaciones. Necesitaba respirar, coger aire. Ilusionarme de nuevo. Iniciar una aventura. Trasteé un rato en el ordenador, apunté varias cosas en una lista y apagué las luces del despacho. Ensayé el discurso por el camino, en silencio, y me planté en el sitio……